lunes, 3 de enero de 2011

Para evitar las condicionales del tercer tipo

Decía mi admirado Yitán Tribal, del Final Fantasy IX, que cuando pasan cosas a nuestro alrededor, solo caben dos posibilidades: actuar o no actuar.

Decía un personaje de Walter Moers, Hildegunst von Mythenmetz (soy la hostia de culto), que la sensatez y el miedo eran los dos mayores frenos del Universo a la hora de actuar, y yo estoy de acuerdo con él.

Pero a medida que voy creciendo, tengo la sensación de que se dramatiza mucho la equivocación. La gente se harta de no actuar, y se harta de no equivocarse.

Partiendo de que cada uno es cada uno (y que lo que digo me sirve hoy a mí, pero no sé si es válido para los demás), creo que, en la vida, el que no arriesga, no gana. Y desde que descubrí que sin miedo a equivocarme me divertía mucho más, tengo opiniones más arriesgadas, hago locuras impensables para gente prudente y me lanzo al vacío sin pensar en el fracaso.

Me he equivocado muchas veces, claro, ha habido épicas columpiadas, pero jamás jamás jamás jamás he tenido la sensación de que no valiera la pena el intento.

Recomiendo las locuras por amor. Recomiendo llamar a una amiga e irte a... no sé, a la ría de Cubas en piragua a ver atardecer. Recomiendo coger el coche un día en verano e ir a Galicia a ver a quien quieres, o jugártelo todo a un beso a cara o cruz solo por una corazonada. O coger el coche con un amigo y cruzar el mundo, aunque solo sea por el viento en el pelo y los acordes de guitarra.

Soy un tío tranquilo y con cierta tendencia a la pasividad, pero al menos soy consciente de ello, y de que solo se es joven una vez, y luego nunca vuelve, nunca jamás.

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1 comentario:

G dijo...

No poner las tildes a los "sólos" ha sido toda una experiencia, qué dificultad... Espero que no me quiten más tildes diacríticas, con lo que me gustan.